31 de enero de 2014

La fiesta de la decadencia

El lobo de Wall street (2013, título original: The wolf of Wall street) es una película estadounidense dirigida por Martin Scorsese que cuenta la historia de Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio), un joven corredor de bolsa que crea su propio imperio desde cero empujado por una única ambición: ganar dinero.

Desde los primeros compases de la película Jordan Belfort nos trata como si fuésemos uno de sus más estimados clientes. Rompe la cuarta pared y se dirige al espectador de manera directa. Como si de vender acciones se tratara, Belfort nos hace un retrato de lo que ha sido y es su vida. De cómo un día llegó a Wall street para aprender un oficio y de cómo es ahora un hombre lo suficientemente rico para no conformarse con ser suficientemente rico.

Lo que aquí nos plantea Scorsese no es más que un juego, un ejercicio en el que reta al espectador a "llevarse a casa" la película. A pensarla. Más a allá de discernir entre lo moral o amoral de los mecanismos que Belfort utiliza para conseguir dinero y divertirse, que también, lo que el veterano director neoyorquino nos propone es reflexionar sobre qué hemos visto durante más de tres horas de metraje (que no se hacen nada pesadas). Detrás de las fiestas, las drogas, el sexo, los discursos a sus empleados con el micrófono en mano... está el camino hacia la decadencia. La ambición mal encaminada, esa ambición que se lleva por delante todo lo que una persona tiene y que deja al descubierto a un hombre que creyó ser inmune hasta que dejó de serlo.

El lobo de Wall street es un retrato de la decadencia, un retrato que viste traje y dirige una empresa. Y que está interpretado de manera genial por Leonardo DiCaprio, cuyo reconocimiento no ha tardado en llegar con un Globo de oro y una nominación al Oscar.

Nota: 7/10.

P.D.1: El verdadero Jordan Belfort hace una aparición en la película, concretamente en la última escena, presentando a DiCaprio.